No tengo la palabra que te cure el alma. Pero puedo abrirte una ventana hacia adentro, buscar la causa de tu misterio, verte los bordes del corazón. Si son romos o cortantes, delicados o rotundos; si en lo profundo queda algún indicio.
Tu corazón es un precipicio, es un bosque de madera fina, una alegría y un dolor, un color indescriptible, un verano invencible, la sed y el agua, la malva y el pez. Es lo que tú hagas con él: un espacio y una espina, una ruina, una pared.
Querrás saber cómo voy a abrirte. Es simple: te abro al leerte, mejor dicho, te has abierto tú. Escribes enseñando el corazón. Te he leído tanto que entiendo tu pausa, tu palabra clara, la esdrújula negra, el silencio azul. Te he leído con luna y sin luz, con lluvia y sin suerte, te he leído entre tanta gente que escucho tu voz. Yo te leo incluso cuando no.
Tu alma tiene muchas capas y no basta con ver desde arriba. Para saber hay que ser valiente, bajar al fondo y buscar tesoros. Tu alma rota es maravillosa: esconde historias, delirios, instantes; tu alma es una obra de arte. La gente rota no se parece a alguien más. No importa el aspecto o la edad, sólo la magia de sus pedazos.
Es precioso el jarrón reparado. Tiene vida, tiene mucho que contar, pecados y vicios, pasado y encanto.
Veo tus ojos desde el fondo, tu manera de mirar, tus poemas infinitos, tus finales imperfectos, el silencio que te rompe y tantas voces. A veces te pesa el mundo, la vida, el hubiera, recuerdas la promesa que no fue. Te duele la mano que no te toca. Te mata la boca que no te besa, el beso que no diste, los días felices que no vas a repetir. Es que nada permanece igual.
Vivir es modificarse, tener nuevos pensamientos, la inquietud en el corazón. Es perderse entre canciones, en razones que no entiendes, cruzar un puente y derribar otro, cambiar de idea, mudar la piel. Tener tu métrica, olvidarte del manual. Usar siete sentidos: los sabidos, el latido y la intención. Apagar el fuego cuando quema, encender las luces cuando extrañas. Mirar estrellas y saber que alumbran en el día.
Algo es bello porque me atraviesa, no por la simetría o tu ilusión. Es bello porque me hace delirar, no consigo un adjetivo. Quiero poseerlo, llenarme el alma, parar el tiempo.
Y cómo hacerlo si se escapa entre los dedos. Es como el viento, que se va y me deja herida. No creo en los días, me miente el reloj. Yo sólo digo que el alma me arde.
Se ha hecho tarde y se cuela el frío por tu ventana.
Me voy, seguiré buscando esa palabra.
🌹❤️